4 sept 2012

CRÓNICA DESDE TIERRAS MINERAS de un profesor valenciano (II): Ciñera, la villa insólita.

Este escrito es una continuación del relato anterior, que completaré con un tercer escrito sobre el "privilegio" que tuve de poder adentrarme durante cuatro horas en el interior de una mina de carbón. Pero también es una continuación a anteriores escritos realizados sobre la localidad de Ciñera, cuya valentía, arrojo, junto con la brutal represión sufrida durante la huelga minera, ha convertido a la localidad leonesa en una villa, símbolo de resistencia.


CIÑERA es una pequeña localidad leonesa, próxima a Asturias, que se encuentra en la carretera nacional que comunica León y Asturias. Debe su existencia a la mina, quiza por ello Ciñera, como muchas otras, ha sido una leona en la defensa de su medio de vida siempre, y, especialmente, durante estos meses.

Si me hubieran preguntado a mi, como a otros muchos, sobre Ciñera hace solo cuatro meses, hubiéramos tenido que recurrir a la red para saber donde se encontraba dicho pueblo. Hoy, tras la huelga minera, es difícil que la gente no conozca donde está.

La noble lucha de sus habitantes por el mantenimiento de la minería, su implicación, la valentía de sus hombres y mujeres, y sobre todo, la brutal y constante represión policial que sufrieron, destacando los casos de junio y julio donde la localidad fue sitiada y acosada durante ocho veces por los antidisturbios, han admirado a propios y extraños, y han levantado por todo el país y fuera de las fronteras del territorio nacional una ola de comprensión y solidaridad con los habitantes de Ciñera,  que se han ganado de forma más que notable, hasta convertirse en portada en medios internacionales como el Washington Post, el New York Times, The Guardian o la prensa cubana, venezolana, argentina e incluso en Al Jazzera.

Las imágenes de brutal represión policial contra hombres, mujeres y niños, el lanzamiento de botes de humo al lado de la escuela local, las torturas aplicadas a un vecino de la localidad detenido, el lanzamiento de pelotas de goma contra persianas y cristales particulares, la entrada de los antidisturbios en viviendas particulares han dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales, silenciados de manera cómplice por la prensa nacional.

Pero junto a ese aplastamiento gubernamental, a esas violaciones flagrantes de Derechos Humanos fundamentales en la localidad de Ciñera por parte de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (que actuaban, sin exagerar, como un cuerpo militar en un territorio hostil ocupado), lo que ha todos nos dejó boquiabiertos fue la capacidad de resistencia de sus habitantes. A pesar de ello, los habitantes de Ciñera siguieron peleando, siguieron resistiendo sin complejos y sin miedos, sus mujeres se organizaron y, mientras los mineros huían al monte o se refugiaban en casas, ante la persecución de cientos de agentes militarizados, las propias mujeres y los ancianos echaban ellos solitos a los antidisturbios del pueblo, consiguiendo una victoria moral y ética sin precedentes.

Por ello, tras conocer a través del grupo "Ciñera, pasado, presente y futuro" y a través de las redes sociales,  por los escritos (que este que escribe realizaba) sobre la localidad leonesa,  a muchos de sus vecinos y vecinas, no deja de ser sorprendente e increible la visita a dicha localidad, casi tan increible como lo fue conocerles a través de los sucesos de la huelga minera.

Porque si hay alguna palabra que pueda resumir mi percepción tras visitar Ciñera, esa palabra es INCREIBLE. Ciñera y sus gentes son eso. El lema de la villa bien podría ser Ciñera: INCREIBLE PERO CIERTA.

Tuve el honor, porque realmente lo es, de conocer a muchas de los ciñerenses que nos habían asombrado en todo el Estado. El honor, asimismo, de asistir al I FESTIVAL DE APOYO A LA MINERÍA, el pasado 18 de agosto. Y el honor de comprobar que, tras esa fama de valientes, peleones, decididos, osados; se esconden también enormes cualidades humanas como la solidaridad, la camaradería, la hospitalidad o la generosidad, de los vecinos de Ciñera, casi sin excepción. 

El festival lo organizaron en solo un mes, lo cual es un trabajo portentoso, ya que lo normal es que se tarde más tiempo en organizarlo. Y contaron también con zancadillas. No iba a ser oro todo lo que reluce y Ciñera no es una excepción: algunas personas interesadas se dedicaron a soltar bulos en el pueblo, por su rechazo a la movilización minera anterior o por su proximidad a partidos de derecha (o simplemente por actuar de correveidile): Se corrío el estúpido rumor que el pueblo iba a ser arrasado por "supuestos antisistema" (como si serlo fuera algo malo) y que iban a venir mineros del Bierzo (como si Ciñera no tuviera mineros suficientes con más cojones que los amigos de darle a la lengua) a cortar la carretera.

Al final todo fue una graciosa anécdota que, aunque molestó a algunos de los cientos de vecinosque se dejaron la piel por lograr el mejor resultado para el I Festival (porque esas habladurias buscaban reventar el festival), no dejó de retratar lo que algunos son capaces de hacer por tratar que otros no tengan suerte en algo en lo que pusieron mucha ilusión y energía.

Muy al contrario, el festival fue todo un éxito para los vecinos de Ciñera que se volcaron en la organización (iguales que son capaces de cortar carreteras, son capaces de mil cosas). Música, muy buen ambiente, mucha gente de fuera - que fue positivo para la economía deprimida de una localidad minera- y un ambiente de confraternización realmente increible. Trataron estupendamente a todos aquellos que, desde más cerca o más lejos, decidimos ir a la villa que se había convertido en un símbolo de dignidad. Allí estaban Paco y Neska, dos de los apaleados en las cargas de Ciñera y de Madrid, gente de la marcha, muchos mineros y gente de zonas cercanas, leoneses, asturianos.... y algún valenciano, perdido por allí.

Foto del Bosque del Faedo de Ciñera
Precioso también el Faedo, un asombroso bosque declarado el mejor de Europa en 2007, que merece la pena visitar, tan sorprendente como sus vecinos mineros. Impresionante paraíso natural con una pasarela recién construída por los mineros cuando estuvieron en huelga (eso no saldrá en ningún medio de comunicación).


Pero sin lugar a dudas, lo más sorprendente y enriquecedor fue conocerles a ellos y a ellas. Conocerles en persona, porque ellos parecían conocerme a mí después de haber escrito tanto y tantas líneas sobre su Villa, durante las incursiones de la Guardia Civil. Ellos me conocían y agradecían, de una forma casi impactante, la molestía de una persona que vive a cientos de kilometros por tratar de comprender sus razones, por empatizar con ellos y ellas, por sentir su lucha como de todos y por solidarizarme como muchos hicieron cuando eran sitiados.

Pude ver y escuchar en Ciñera cosas que son difíciles de imaginar: ver como una criatura de pocos años dice querer un lanzapatatas para Reyes por si hay que volver a pelear; escuchar como los niños han vivido en carne propia la represión policial y el miedo, pero tienen el valor y el coraje que demuestran sus padres y madres, siendo capaces de avisar a sus mayores cuando veían a los GRS. Ver como los niños de Ciñera tienen colecciones de balines disparadores de pelotas de goma y pelotas, e incluso algún bote de humo usado, como muestra de una lucha dura e implacable que a ellos, sin desearlo, les tocó vivir siendo unos simples chavales (como cuando se tiraron gases lacrimógenos a la salida de la escuela en las primera jornadas de huelga).

Pero también ese ansia infinita de explicar a los que no somos de allí lo que han vivido. Se sienten maltratados por los medios de comunicación, que tuvieron la desfachatez de apagar los focos cuando un vecino, Paco, era apalizado en plena calle por los GRS. De explicar como son las condiciones de la mina, de explicar las desventajas de trabajar en ella, de explicar que no son ni unos privilegiados ni unos terroristas (como les acusa la derecha y la extrema derecha). Parece que su inocencia y su honestidad les hace mostrar que no son lo que los cantamañanas de Intereconomía o Libertad Digital, Antena 3 e incluso Cuatro, han dicho de ellos. Ellos solo sienten que sin mina, su tierra se muere y Ciñera será otro pueblo fantasma de los muchos que se están despoblando en la provincia de León y en el interior de Asturies.

Fue, en definitiva, una visita que merece la pena recordar, o al menos para mi lo merece. Y a todas las personas a las que tuve el placer de conocer en persona tras haberlas conocido por la red: Feli, Soraya y Marian, únicos como ellos solos y gracias a los cuales no pillé un resfriado más que ganado; Adrián, y sus amigos, la persona gracias a la cual contacté por primera vez con el pueblo de Ciñera (visitado en junio); Sergio, José, Raquel, Maria, Rosi...  todos ellos "cojonudos y cojonudas"; Tachu y Cristina, dos de los muchos currantes que estuvieron al pie del cañon en el festival.


Con Juli y Pili, dos grandes luchadores, entres los muchos valientes que habitan en Ciñera
 Victor y su madre, de la que me llevo un bonito detalle que estoy acabando de leer; Rosy, la culpable de que la camiseta famosa de Ciñera se pasee por Alicante y en breve por Marinaleda (lo bueno tiene que verse); Manuel, Silvia Magaña....Jose Asensio, Colinas, Toño el de Coladilla.... entrañables. Y seguramente me deje a alguno/a.... todos ellos personas de lo más hospitalarias, agradables y preocupadas por dar a quienes visitábamos Ciñera un trato excepcional.

Quiero terminar este escrito haciendo mención a dos personas luchadoras a las cuales dudo que olvide. Una madre y una hija. Ellas dos son dos mujeres, madre, hermana e hijas a su vez de mineros. Ambas tuvieron la mala suerte de perder, como muchos otros habitantes de las cuencas, a un familiar en la mina. La una, a su hermano. La madre, a su hijo, con una edad muy joven y toda la vida por delante. Cuando sabes eso, cualquiera pensará que ellas están deseando que cierren la mina, puesto que la mina se ha llevado a un ser querido de ellas y temen que pueda llevarse a otro.

Pues muy al contrario, y a pesar de que la madre contaba entre sollozos la angustía que sintió cuando otro de sus hijos entró a la mina (tuve que contenerme para no acabar yo también emocionado), ambas llevan sin descanso participando en todas las movilizaciones contra el fin de la minería, dedicando parte de su salud y su tiempo a luchar por el mantenimiento en Ciñera y la comarca de Gordón de la mina. Ellas son Juli y Pili, una luchadora junto a su madre, otra luchadora que han estado activas en la protesta.


Alguien como yo no deja de sorprenderse de esa fuerza y ese valor: porque hay que tener una enorme templanza y un enorme coraje para defender aquello que te ha arrebatado lo que más querías, pero que al mismo tiempo, es vida y riqueza para tu comarca. Es algo curioso, impactante, y sobre todo, una paradoja moral que da a Ciñera y a sus habitantes, como al resto de habitantes de las cuencas, una mayor dignidad como personas y muestra como son capaces de sacrificar, en aras del interés general y colectivo, los sentimientos a flor de piel que puede producir la mina, porque, paradojas de la vida del minero, es muerte y vida al mismo tiempo.

Por ello, quienes ladran, quienes llaman privilegiados a los mineros, quienes les comparan con demonios rojos que se comen a los niños, deberían tener la decencia moral de visitar sitios como Ciñera, recibirían una lección de dignidad, decencia y solidaridad que no olvidarían en mucho tiempo.

Un abrazo a todos esos hombres y mujeres de Ciñera, que, con sus actos, han pasado a ocupar un hueco en el alma colectiva de la gente decente de este país.

Que el tiempo no cambie a Ciñera: LA VILLA INSÓLITA.


2 comentarios:



  1. Soy de lagrima fácil... y mi historia va conmigo, no lo puedo remediar es algo que llevo en las venas y que morirá cuando yo lo haga MI PUEBLO, LA MINA, EL CARBON desde el día que nací me tiene enamorada porque me lo han transmitido mis padres, porque lo he mamado, porque llevo heridas de mina y porque por desgracia he llorado aun minero que con 20 años le regalo su vida a la mina...
    No me canso de decir que CIÑERA SIN LA MINA NO ES NADA, Y LA MINA SIN CIÑERA TAMPOCO y a mí me gusta que la comarca siguiera viva!!!
    Te doy las gracias JULIAN por acordarte de este humilde pueblo, de sus gentes, por venir aquí, a este pequeño punto del mapa llamado CIÑERA DE GORDON
    MIL GRACIAS JULIAN

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  2. Gracias por este increíble artículo. Muy entrañable y muy duro por lo que vive esta gente. Por eso hay que ser solidarios, apoyarlos y acompañarlos, como hicimos en la Marcha de las cuencas mineras a Madrid. Son un ejemplo de coraje del que estoy aprendiendo. Ellos apoyaron la Marcha de Parados de este verano, ellos si sabían que íbamos a Madrid asi que yo siempre intentaré enterarme de dónde van e ir con ellos también.
    Os esperamos el 15 de Septiembre por Madrid. Y si, ahora todos sabemos donde están Ciñera y Ariño. Buen día.

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